sábado, 27 de agosto de 2011

Sábado. 10:15 p.m.

La ciudad desde este lado,
único, sedentario,
quedo,
como nosotros
o nuestro cuarto,
como nuestras paredes,
que dentro
sucede catástrofes
y pasiones.

Todo ello,
que ahora veo,
parque, árboles, bancas,
avenidas, perros, civiles,
vendedores, basura, palomas;
cobra sentido
y fue creado
para verte en este momento.
La ciudad es bella como tú
aún con nuestra angustia,
aún con nuestra pena
y trote civil, peatonal.

Si acaso te marcharas, la ciudad te seguiría.

martes, 23 de agosto de 2011

El bosquejo de una jornada

Cuando llegue a casa
y no estés
y me ponga triste,
de que te has marchado
aún sabiendo
que nunca estuviste;
me pondré triste
porque tendré que sacar
de mi pecho,
esta ave ciega
y que vuele
y choque con las paredes
o el cielo raso,
tan alcanzable, como tú.
Tan dura, como tu.

Te irás,
como nadie más se ha ido,
irás más lejos del más allá
o la misma muerte,
que reirá, un instante,
por ambos.

Cuando llegue a casa
y estés
y me ponga triste,
de que no te has marchado
aún sabiendo
que nunca estuviste;
tendré que sacar
esta ave ciega, de mi pecho,
vuele y choque, contra ti.

viernes, 19 de agosto de 2011

Sacrificio y generación

El hecho es simple y real. Un padre a la vez de hablar también actúa:

-         Hijo, come tú- no interesa qué le entrega de alimento-. Lo necesitas más que yo- el niño recibe, sea pan o fruto, lo lleva a la boca y será feliz, al menos en ese instante.

Yo llamo a esa situación sacrificio. El mundo está construido de ello. Sea un sacrificio desinteresado o impuesto, tampoco interesa la intensidad, pues nadie puede juzgar qué tanto podemos dar o qué tanto podemos perder, recibir o untar. Tarde o temprano algo o alguien debe de sacrificarse, como sucede en las guerras, como sucede en el amor, como sucede en la familia y algo que la historia tiene en sus letras, es la tinta con que este sacrificio ha sido creada.

Creo que lo más humano en nosotros es el amor y el odio. Cuando éstos dos son bien administrados se puede llegar a mucho. En esto, el sacrificio tiene mucho que trabajar.

A la gente le gusta ponerse una venda en los ojos y con ello ver el mundo y creer que todo va de maravilla o que, desde su egoísmo, su eterno yo, su búsqueda a ser “exitoso”. Finalmente nos convertimos en engranajes de todo un sistema. El éxito de estos tiempos es ser un engranaje a esta humanidad, que de humanismo no tiene nada. Todo llega a conspirar, los pensadores, la propaganda, la música, los científicos, los políticos o las políticas que se han impuesto estos últimos 600 años, pero con más fuerza estos dos últimos siglos. El resto, lo que llamamos COMUNidad, nosotros, son los ratones de Hamelin.

Si el padre, que se muestra en el primer párrafo, se sacrificó por su hijo, el mensaje está en la esperanza que aún se conserva. Lo nuevo siempre trae esperanza. La generación actual, con su sistema cíclico, con su necesidad a la violencia, con sus miserias y, también, lo humano que aún conserva entiende que todo está mal. La idea atisba en que no se debe esperar que las generaciones nuevas comentan nuestros errores o se sacrifiquen porque ningún egoísmo generacional lo hizo. Tenemos que aprender a sacrificarnos, para que las generaciones que vienen, no tengan que hacerlo. Se debe sacar un conjunto de taras. Pero es ahora el momento de hacerlo. No existe ni un mañana ni un después. Es el ahora. Sino, luego seremos los ancianos que se quejan de que los tiempos pasados fueron mejores.

El problema y la solución están frente a nuestros ojos. Pero exigir cambio suena irreal; aprendimos a evitar culpas para llenarlas con virtudes. Darwin acierta al decir que nuestra naturaleza es la supervivencia, sea cual fuere la forma de realidad que se esté percibiendo. Aprendimos a vivir en este mundo y crearnos anticuerpos. Somos pasivos y creemos que el mundo es perfecto. Todos los días nos esforzamos por ser el mejor ciudadano, el más competente, el buen hijo y buen hermano. El que de alguna forma, colabore que todo este sistema, que llamamos globalización, gire.