miércoles, 30 de noviembre de 2011

Nada que contar.

Bueno… he regresado. Aunque creo vuelva a ausentarme no sé por cuánto tiempo más.
Me hablo sólo a mí. Tal vez algún momento logre alguien leer lo que escribí, aunque no espero mucho. Voy despierto como cincuenta y cuatro horas y aún no termino con mis actividades. Lo curioso de todo es cómo el cuerpo y los músculos reaccionan.

Ausentarse de la ciudad y ver la lluvia por una ventana, desde un hotel sencillo que da directamente a un carro despostillado, mientras se extraña a personas, entre familiares y otra quien empieza a entrar en tu vida sin que te des cuenta. Hacer cosas buenas y otras que no son para “avergonzarse”. Luego liar.

He pensado dejar la literatura y vaya que lo estoy logrando. El hecho de que ahora vuelva al foro fue como un pequeño enfrentamiento entre mi yo lógico y mi yo apasionado, que estas fechas está en perfil bajo. Después de este viaje me di cuenta que necesito un perro a quien atender como lo hice con “Camus”, y depositar mi tiempo y amor, como también, permanecer el resto del tiempo lo más apartado de la gente, después de solucionar unos “asuntillos”  –en tiempos difíciles es cuando aparecen los verdaderos amigos y agradezco que aún sean varios-.   

El asunto de todo este enredo es nada. Hoy escribo a nada, esa nada que a veces nos toca hablar, sin fundamentos ni ideas. Tal vez esté un poco triste, después de todo, por eso dejé el libro en la mesa y decidí darme un “recreíto”. Pero no tengo temas para hablar y creo que: últimamente no las tengo. Puede ser quizá la calma antes de la tormenta. No sé. O puede ser la salida del cuarto de catarsis o después del diálogo con otredad. Uno mismo a veces se conceptúa en determinados estanos anímicos y las respuestas vienen de las mismas interrogantes y la matriz por la que nos la hacemos. Un barco a la deriva, una isla lejana, un océano de agua inmóvil. Una piedra en un desierto. Lamentablemente esa nada podría intentar, tendenciosamente, ser mi respuesta.

Reflexionar cada vez es más difícil. Y eso me alegra. Mucho. Demasiado, diría.

Sólo queda recuerdos y más recuerdos.  

lunes, 5 de septiembre de 2011

Ocho Días



El recuerdo de ocho días, la primera imagen y valor a mis acciones, por que desde entonces me consideré artista, y no tengo vergüenza mencionarlo,  ni hipocresía. La primera imagen es en la puerta de Vilca, cuando le entregaba mis textos. Estaba jodido (emocionalmente) y alegre, porque era la primera vez que en mi vida tomaba algo con seriedad.

Tenía una enamorada que me amó tanto como mi madre y que me dejó con mucha amargura, años después. Pero ese tiempo que la tuve a mi alcance, preferí abstraerme a ocho días.

No lo llamé ese tiempo así, en realidad no tuvo nombre. Ahora, que pienso y creo distinto, el recuerdo de mis 18 años, cuando me decepcioné de no poner hacer pintura, cuando conocí a Vilca, cuando engañé a una buena mujer de Rumanía, cuando estaba cayendo a un problema de alcoholismo del que salgo a mis 24 años, cuando la mujer que me amó alistaba sus maletas para después dejarme, cuando era pre-universitario, cuando reté a mi padre, cuan… Todo ello me recuerda a una etapa, esa etapa está sellada en los únicos ocho textos que encontré de muchos que fueron.

Por ello tiene ese nombre, aparte de sus ocho textos, que son ocho momentos, son una parte de mí. No sé si abstraiga a los lectores, no quería hacer llorar a las personas no quería hablar de luchas sociales; ese tiempo no pensaba en antropologías ni sosiologismos. Pero tenía en claro, será por mi misma frustración en pintura o el valor inmenso que le doy a ella, que la palabra, como el color, recién cobra vida cuando la usas. 

sábado, 27 de agosto de 2011

Sábado. 10:15 p.m.

La ciudad desde este lado,
único, sedentario,
quedo,
como nosotros
o nuestro cuarto,
como nuestras paredes,
que dentro
sucede catástrofes
y pasiones.

Todo ello,
que ahora veo,
parque, árboles, bancas,
avenidas, perros, civiles,
vendedores, basura, palomas;
cobra sentido
y fue creado
para verte en este momento.
La ciudad es bella como tú
aún con nuestra angustia,
aún con nuestra pena
y trote civil, peatonal.

Si acaso te marcharas, la ciudad te seguiría.

martes, 23 de agosto de 2011

El bosquejo de una jornada

Cuando llegue a casa
y no estés
y me ponga triste,
de que te has marchado
aún sabiendo
que nunca estuviste;
me pondré triste
porque tendré que sacar
de mi pecho,
esta ave ciega
y que vuele
y choque con las paredes
o el cielo raso,
tan alcanzable, como tú.
Tan dura, como tu.

Te irás,
como nadie más se ha ido,
irás más lejos del más allá
o la misma muerte,
que reirá, un instante,
por ambos.

Cuando llegue a casa
y estés
y me ponga triste,
de que no te has marchado
aún sabiendo
que nunca estuviste;
tendré que sacar
esta ave ciega, de mi pecho,
vuele y choque, contra ti.

viernes, 19 de agosto de 2011

Sacrificio y generación

El hecho es simple y real. Un padre a la vez de hablar también actúa:

-         Hijo, come tú- no interesa qué le entrega de alimento-. Lo necesitas más que yo- el niño recibe, sea pan o fruto, lo lleva a la boca y será feliz, al menos en ese instante.

Yo llamo a esa situación sacrificio. El mundo está construido de ello. Sea un sacrificio desinteresado o impuesto, tampoco interesa la intensidad, pues nadie puede juzgar qué tanto podemos dar o qué tanto podemos perder, recibir o untar. Tarde o temprano algo o alguien debe de sacrificarse, como sucede en las guerras, como sucede en el amor, como sucede en la familia y algo que la historia tiene en sus letras, es la tinta con que este sacrificio ha sido creada.

Creo que lo más humano en nosotros es el amor y el odio. Cuando éstos dos son bien administrados se puede llegar a mucho. En esto, el sacrificio tiene mucho que trabajar.

A la gente le gusta ponerse una venda en los ojos y con ello ver el mundo y creer que todo va de maravilla o que, desde su egoísmo, su eterno yo, su búsqueda a ser “exitoso”. Finalmente nos convertimos en engranajes de todo un sistema. El éxito de estos tiempos es ser un engranaje a esta humanidad, que de humanismo no tiene nada. Todo llega a conspirar, los pensadores, la propaganda, la música, los científicos, los políticos o las políticas que se han impuesto estos últimos 600 años, pero con más fuerza estos dos últimos siglos. El resto, lo que llamamos COMUNidad, nosotros, son los ratones de Hamelin.

Si el padre, que se muestra en el primer párrafo, se sacrificó por su hijo, el mensaje está en la esperanza que aún se conserva. Lo nuevo siempre trae esperanza. La generación actual, con su sistema cíclico, con su necesidad a la violencia, con sus miserias y, también, lo humano que aún conserva entiende que todo está mal. La idea atisba en que no se debe esperar que las generaciones nuevas comentan nuestros errores o se sacrifiquen porque ningún egoísmo generacional lo hizo. Tenemos que aprender a sacrificarnos, para que las generaciones que vienen, no tengan que hacerlo. Se debe sacar un conjunto de taras. Pero es ahora el momento de hacerlo. No existe ni un mañana ni un después. Es el ahora. Sino, luego seremos los ancianos que se quejan de que los tiempos pasados fueron mejores.

El problema y la solución están frente a nuestros ojos. Pero exigir cambio suena irreal; aprendimos a evitar culpas para llenarlas con virtudes. Darwin acierta al decir que nuestra naturaleza es la supervivencia, sea cual fuere la forma de realidad que se esté percibiendo. Aprendimos a vivir en este mundo y crearnos anticuerpos. Somos pasivos y creemos que el mundo es perfecto. Todos los días nos esforzamos por ser el mejor ciudadano, el más competente, el buen hijo y buen hermano. El que de alguna forma, colabore que todo este sistema, que llamamos globalización, gire.

jueves, 14 de julio de 2011

El sueño que viene cada madrugada

En las ruedas que giran raudamente, como gira, en las madrugadas, tu vertiginosa alma;
bajo ellas se aplasta y hunde, constante, lo que llamo en mí piedra y tú corazón.

Las aves que aún duermen
escondidas en los árboles frondosos
de los parques
y tal vez sueñan sus gravitantes quimeras
como sueño yo
este vértigo sentimiento
esta pesadilla,
de no ser más de ti
aunque el panorama está escrito con el pincel de tus cabellos que se lanzan al suicido, cada vez que escribes tus historias.

Y ese panorama tiene el olor a tu mineral
del que he vivido
como un peón
y me dejé atar con tus enramados,
quedando más herido por tus púas
que son tus besos, tu andar, tu sonrisa.

Si una ave me entendiera, moriría en pleno vuelo.

miércoles, 8 de junio de 2011

La última noche - Christian

Soneto de una excusa pasional, de diálogo con la amada; con el fin de hablar de la noche, alagarla y mostrar su muerte con el amor que se consumará. Soneto de Christian, un estudiante de la especialidad.
La última noche
Susúrrame suavemente al oído
las ilusiones que hoy se han ido;
en este último anochecer,
el día que me hará estremecer.

La noche, amiga mía, se nos va.
¡Oh noche! Eres cómplice que se va;
las estrellas pronto van a disipar,
la luna no se quiere quedar.

A decir verdad, nada hay más dulce,
que contemplar un cielo purpurado
estando en una alianza a tu lado.

Ya el gallo despierta extasiado,
su canto anuncia el amanecer
y el sublime fin de nuestro querer.
Christian.